martes, 28 de octubre de 2008

Stairs

Cada noche cerraba los ojos con la esperanza de que los fantasmas del pasado no la volviesen a visitar en sueños. Soñaba con dejar de soñar.
Había dejado de soñar con él, con todo aquello, porque ahora quizás ya no le dolía tanto como antes. Tenía la certeza de que no merecía la pena dejar de sonreír sólo porque algo no haya salido como quería, porque al fin y al cabo, nada nunca sale como debería; y con el paso de los días y con la cabeza fría (en este caso el corazón), todo había sido mucho más llevadero que días anteriores.

Pero de vez en cuando se topaba con cosas que tiempo atrás habían llevado su nombre. Era inevitable no pensar en él, aunque no tuviese el mismo significado que antaño.
Aunque haya dejado todo atrás, todavía sigue soñando con aquellos largos pasillos, con aquella extraña biblioteca, con aquellas escaleras que no llevaron a nada.

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