domingo, 20 de diciembre de 2009

Invierno

El mundo gira a mi alrededor, y envía el futuro al pasado. Calles inundadas de vacías luces, ilusos que buscan la ilusión, idealistas corriendo tras una contrariedad, y yo permanezco en punto muerto.
Lo único que he llegado a sentir estos días es el irrefrenable deseo de huir o, en su defecto, de hibernar. La felicidad pasajera me repudia, aunque todavía no tengo claro quién repudia a quién en realidad. La calidez de un hogar familiar escapa a mi entendimiento, y la realidad del resto muta en un algoritmo imposible de felicidad, sonrisas y luminosidad parpadeante.

No sé porqué el invierno cambia a la gente. Aunque lo que no suelen comprender es que cuando las luces desaparecen, el frío permanece para siempre.

jueves, 29 de octubre de 2009

Me ha llevado mucho tiempo llegar al punto en el que me encuentro, y tener la fuerza de decirte la verdad. Lo cierto es que nunca te he mentido, pero tampoco te he dicho todo lo que tenías que conocer.
No soy quien crees que soy, no soy lo que piensas. En realidad, no soy nada.
He acabado tan vacío que he perdido la razón, la verdad, mi yo. Me convertido en un cúmulo de contradicciones, intentos y promesas, y he acabado con la certeza de la incertidumbre.

He perdido el rumbo y sigo sin encontrar la salida, sigo sin encontrarme. Quizás habría sido más fácil apostar con la Locura a ver quién caía antes, y quizás, sólo quizás, ahora estaría en lo más profundo, un estado más que conocido para mí.

martes, 22 de septiembre de 2009

El tiempo me otorga la posibilidad de avanzar y de encontrarme a mí misma, de ser alguien más. Mis manos están manchadas con el barro de cada caída y no poseo mayor deseo que deshacerme de él. El caparazón tras el que me he ocultado se está empezando a derretir, al igual que todo el dolor del que me escondía.
He permanecito inmóvil para descubrir por mí misma todos los colores con los que se puede pintar un nuevo día, y durante años sólo era capaz de distinguir el negro del gris.

Y ahora, ante mí, se abre un largo aunque angosto camino, por donde caminaré sin mirar atrás. Un camino lleno de colores desconocidos, con desconocidas sendas y desconocidos trazos. Un lugar por el que caminar descalzo sin miedo al dolor.


Un nuevo camino que lleva hacia una nueva vida.

domingo, 9 de agosto de 2009

Shadows

Soy un ser inerte. Un ser que vive de tu vida y se mueve a través de ti. Un ser que camina sobre tus pasos y pronuncia tus palabras con su silencio.
Mis negras venas marcan el camino por donde circula la nada que se apodera de mí. Mis pulmones respiran el humo de tu cigarrillo mientras mi inexistente corazón late a tu compás. La señal perdida de mi consciencia reposa en tus manos, y mis entrañas se alimentan de tu calor.

Existo por ti. Soy por ti. Soy lo que tú quieras que sea. Pero el día que el sol yazca muerto en algún lugar, yo seré tu vida.

viernes, 17 de julio de 2009

Longing

Vivir rodeado de buenos sentimientos no es siempre la mejor manera de arreglarse por dentro. A veces, incluso puede ser más doloroso que convivir con el odio o la rabia.

Lo que te rodea es simplemente eso, lo que te rodea. Muchas cosas formarán parte de ti, pero sólo serás un mero espectador de la enorme cantidad restante de cosas, personas, momentos y sentimientos que te envuelven.
Ser espectador no es tan malo, porque ayuda a darle a todo un punto de vista distinto; ese punto de vista distante a la par que involucrado. Pero, a veces, todo lo que experimentas a través de otros, es todo aquello que llegas a anhelar.

Según lo que cuentan anheladores expertos, el anhelo es uno de los peores sentimientos que puedes llegar a sentir cuando uno está perdido y solo. Carente de cualquier sensación que te acelere el pulso. Desconocedor de unos ojos con brillo diferente. Deseoso de querer querer. Deseoso de poder tener.

Y vacío.











Supongo que será el verano, con su calor, que maximiza cualquier pensamiento o recuerdo fugaz.

sábado, 4 de julio de 2009

Deseo innato

Todavía me pregunto en qué momento decidí lanzarme al vacío, no sé en qué momento deseé volver a sentir; y creo que la respuesta no la obtendré nunca, puesto que no he llegado a decidir absolutamente nada. Dicen que las cosas llegan cuando tienen que llegar, que aparecen por casualidad y de un segundo a otro, ya forman parte de nosotros, pero no todo es tan bonito como lo pintan. Detesto la incertidumbre y el dolor que causa, detesto la esperanza acompañada de desilusión, los momentos de compañía y la posterior soledad. Detesto el devenir de mi propia visión del mundo que depende de cada segundo de mi vida.
Supongo que como ser humano, siento y padezco, pero por esa misma razón, odio padecer.


Deseo volver a tener el corazón de piedra.

lunes, 11 de mayo de 2009

Y llegaron los 18...

...años, sí. Nada más y nada menos.
Edad deseada de muchos y anhelada de tantos. Edad para hacer todas esas cosas que has hecho en clandestinidad, pero legalmente.

No recuerdo ya cuántas veces he llegado a decir a lo largo de mi vida la famosa frase de "cuando tenga 18...". Pero a medida que ha ido pasando el tiempo, he hecho toda clase de cosas que pensaba hacer cuando cumpliese la mayoría de edad. Me he tatuado, me he agujereado, he recorrido miles de kilómetros con la única compañía de una maleta repleta de sueños (y de ropa, hiciese o no falta).

Dicen que los 18 son grandes, que son los más especiales, pero creo que todo depende de las vivencias que llevas a tu espalda. En mi caso, no me puedo quejar, y los 18 se me presentan más como una mera edad de transición que de "libertad e independencia" en sí.
Para muchos, la mayoría de edad supone más libertad por parte de los padres, pero yo la he tenido siempre. Para otros, supone el momento de arriesgar, de hacer esas cosas "de y para mayores", de dejar atrás el muro y tirarse de cabeza, pero es algo que ya he hecho siempre, para bien o para mal.

He apostado por lo que he querido, por qué y quién he necesitado, sin miedo a los obstáculos que se pudiesen interponer, y a raíz de eso, he experimentado toda clase de resultados. He vivido el sabor, el olor y los latidos de una victoria, pero también he saboreado el suelo con su amarga derrota. He quedado en tablas y he hecho trampas, al igual que me las han hecho a mí.
Pero tengo la certeza de que no me arrepiento de nada, no me arrepiendo de haber sido tan "precoz" para muchas cosas, al igual que el haber arriesgado tantísimo en cada cosa que he intentado alcanzar.

Dejo atrás años increíbles, llenos de buenos momentos, como de los malos que nublan por completo cualquier sentimiento de felicidad. Dejo atrás sentimientos, lugares, personas, una vida entera, vida que no echaré de menos; ahora ya no.

Ahora me toca volver a vivir las cosas que ya he experimentado, pero en una nueva etapa, quizás con otras personas, y con aquellas que se han quedado siempre para verte crecer. Es momento de arrancar, de irme y empezar de cero algo que, tal vez, se convierta en mi futuro.

sábado, 4 de abril de 2009

Pretérito perfecto

La luna estaba zurcida al techo y las estrellas se desvanecían en el aire como volutas de humo. Las paredes de aquel cuarto se habían convertido en el ring de una lucha infinita de luz y oscuridad en los últimos días. Todo estaba vacío de nuevo.
Recuerdo mis días de niñez en aquella habitación, en los que había visto el sol salir por primera vez, asomándose con timidez y tiñendo las nubes de color carmesí que inundaban el cielo. Abrir la ventana y sentir el golpe del viento cálido, más allá de la profundidad de la nieve de invierno, acariciando mi inocencia.
Soñaba con secuestrar el sol, consciente de una utopía infinita, pero el hecho de imaginarme que el sol podría salir por mí, hacía todo más interesante y divertido a su vez. Era un mendigo que se alimentaba de sueños y quimeras, era un niño con la sonrisa tatuada de esperanzas, un alquimista de corazón.

Nunca antes me había sentido tan lleno de vida, y es difícil asumir que aquella ansiada felicidad, aquellos días de plenitud, habían llegado a desvanecerse en la nada cual hoja alejada para siempre de su árbol con la primera brisa de otoño.

jueves, 26 de marzo de 2009

Tiempo sin tiempo

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.




- Mario Benedetti -

domingo, 8 de marzo de 2009

Recuerdo la primera vez que lo vi.
Era un hombre de manos curtidas, con tez arrugada y expresión dura. Pero sus ojos... sus ojos desvelaban lo que sus facciones deseaban ocultar. Reflejaban el brillo de la vida que ahora yacía a sus espaldas, aquella en la que había sido feliz. Ahora sólo el rumor de la gente a su alrededor era lo que le mantenía vivo.

Tal vez volver a ese lugar, a ese banco tarde tras tarde, le hiciese revivir momentos pasados, momentos en los que habría llegado a sonreír o a haber llorado de pura felicidad. Me senté en el banco contiguo e intenté descifrar su propio enigma.
De vez en cuando alzaba la cabeza en busca de aire fresco, llenaba sus pulmones y volvía a dirigir su mirada al frente, como si tuviese un objetivo fijo e inmóvil. Seguí el curso de su mirada, pero no me llevó a nada, sólo a un gran árbol de hojas secas y moribunda figura.
Las agujas del reloj avanzaban perezosas, y aquel hombre seguía con los ojos clavados en el mismo punto. Sus manos se entrelazaban cada vez que suspiraba y a su vez, el viento mecía las pocas hojas vivas de aquel árbol.

Todavía me pregunto qué podría estar pasando por su mente. Cada vez imagino una historia diferente, como que besó a su primer amor bajo aquel árbol y que cada tarde se sienta en ese banco a recordarla, o que aquel árbol hubiese sido su refugio desde niño, donde habría pasado sus mejores momentos. Aunque en realidad, quizás sea más acertado pensar que ve en ese árbol su propia vida. Su tronco marcado por la vejez, sus hojas marchitas y un color cenizo apoderándose de su figura. Las cicatrices de una vida que todavía está por concluír.

Tal vez compartan un mismo alma. Quizás un mismo corazón.

martes, 17 de febrero de 2009

Tercera parte de un diario con cortes...

...y sigo a muerte.

Así es como comienza una de las grandes canciones de Hora Zulú, y cómo esa frase podría resumir la vida de muchos.
Por muchas patadas que te den, por muchas veces que te caigas, seguir hacia delante es lo que te diferenciará del resto. Cierto es que cada uno de esos cortes (y cada una de las cicatrices que dejan a su paso) tienen un significado diferente en cada uno, pero no por ello menos importante.

Es curioso ver cómo en un momento de tu vida puedes llegar a pensar que nada puede salir mal, porque todo ya va mal, pero siempre nos sorprenden con acto-potencia de la mítica frase todo siempre puede ir a peor.
Y así es, pero muchas veces se cumple porque lo permitimos. Nos da igual que todo empeore y nos dejamos ir. Error.
En estos últimos meses he aprendido bastantes cosas y me he descubierto un poco más. Poco a poco soy consciente de mi propio funcionamiento, y poco a poco voy comprendiendo que mis pasos dependen de mí, y no de las decisiones erróneas que tomen los demás. Siempre habrá algo ajeno a ti que te obligará a cambiar de rumbo, pero de ti depende saber adaptarte a lo nuevo y hacerlo lo mejor posible.

Da igual que las cosas sigan torciéndose, da igual lo rápido que cambien.
Ahí estaré.

martes, 27 de enero de 2009

Contradicciones en la misma dirección

Y aquí estoy, llorando y riendo a la vez. Feliz y a la vez demasiado triste. La luz ha vuelto a mis ojos pero éstos se humedecen sin cesar a la vez que mis labios dibujan una amplia sonrisa de satisfacción. De nuevo pérdida y plenitud, pero esta vez quizás algo diferente al resto. Y lo sabía.
Lo había sabido siempre, o por lo menos lo había deseado demasiado y como para comenzar a creérmelo incluso antes de empezar. Quizás por ello estas últimas semanas han sido tan dolorosamente productivas, y que a pesar de todo sabía que era lo correcto. No me volverá a doler.
Demasiadas noches he dedicado a darle vueltas a toda mi vida y a cómo había acabado en esa situación, pero ahora ha desaparecido una parte inconclusa.
Tal vez llore de felicidad, tal vez de miedo, tal vez de tristeza y tal vez de una enorme añoranza. Pero no importa.
Sólo sé que me siento en paz y he sonreido sinceramente por primera vez en mucho tiempo.








Att: Miss Shadows.

sábado, 17 de enero de 2009

Recuerdo el tiempo en que la palabra todo llegó a tener sentido, y es curioso que el paso del tiempo pueda borrar su significado de la noche a la mañana sin apenas darte cuenta.
¿Sabías que sólo hace falta la ausencia de una mirada para que te falte ese todo?
Los ojos que un día te dieron forma, los que te convirtieron en algo real y tangible, son los que quedaron tan lejos que sólo te queda recordarlos para poder volver a sentirte completo.
La sonrisa por la que mi razón había salido a volar, ahora se dibuja en el cielo las noches de luna llena para que, aun siendo sólo un espejismo, siga sintiendo su calor.
Y todo parece estar como en una olla a presión donde no paran de entrar cosas y más cosas, de donde no puede salir ni la más absoluta nada, pero la presión sigue revelando, sacando a la superficie cosas que estarían mejor enterradas en lo más profundo, y una vez que salen a la luz es difícil volver a ocultarlas.

Es como ese agujero que se te forma en el estómago cuando sabes que estás perdiendo el control de una situación y no puedes hacer nada, duro como el granito. Así estamos hechos, supongo. Siempre intentando hacernos con el control de la vida, el amor, el trabajo o los estudios... y cuando no logramos hacernos con el control luchamos con fuerza para volver a tenerlo, para volver a saber qué hacer en cada momento.

Supongo que cuando todo a tu alrededor está tan roto como tú sólo necesitas tiempo, ese que un día hizo que todo cambiase, para que puedas juntar todas las piezas y volver a construír tu mundo de nuevo.

miércoles, 7 de enero de 2009

Nostalgia

De un segundo a otro mi cabeza se ha inundado de momentos con las palabras "época de exámenes" parpadeantes y en neón. Parece absurdo, pero personalmente no lo es. Me ha recordado a esa misma temporada un año atrás, donde yo no tenía nada que hacer y todos mis conocidos universitarios junto con los que estaban en el último curso de Bachillerato, desaparecían durante casi dos meses, aunque manteniendo el contacto casi diario en breves momentos del día.
Época de Marea, Albertucho y Hora Zulu. Época de sonrisas y esperas. Época de todo y más.

Y ahora me toca a mí unirme al grupo. Desaparecer y prepararme. Tachar días y hacer exámenes. Terminar de dar el último empujón para adentrarme en lo desconocido.