domingo, 24 de agosto de 2008

Mudanzas

Hoy, oficialmente, he comenzado la mudanza. A falta de cajas, cada uno ha decidido comenzar por su habitáculo personal y despejarlo; aunque la pringada de turno, es decir, yo, ha sido la única que ha empezado ¬¬

Tras una hora [y no exagero] he despejado mi pequeña estantería [pequeña, pero petada estantería] y ha sido una experiencia inolvidable. Qué decir de los millones de libros que se llegan a almacenar en un metro cuadrado…

Libros que aun quedan por leer, libros que has leído miles de veces, libros de lectura obligatoria en el colegio/instituto [que por estadística 1 de cada 100 es bueno], manga [en mi estantería abunda] y esos libros que te avergüenzas de tener… esos que te compras cuando tienes 13 años y estás a las puertas de la plena adolescencia. Esos libros que te compras simplemente para auto convencerte que la adolescencia es la mejor etapa de todas. Esos libros que tienen en sus portadas títulos como Querido Diario y polladas de ese estilo. Esos libros que, tras años acumulando polvo en la parte de atrás de tu estantería, acaban, por fin, en donde tenían que haberse hospedado desde un principio: en la basura.

Y qué decir de las revistas… Doy gracias que mi etapa Bravo y Superpop terminó demasiado pronto [no me duró ni un año, demasiado pesimista de nacimiento] y no quedan ni rastro de ellas desde hace 4-5 años, y ahora sólo conservo las revistas de música, sexo y deportes [sí, deportes] que se quedarán conmigo más tiempo. Aunque debo de decir que me he llegado a encontrar relatos eróticos en una de mis carpetas, y tan pronto lo he visto me he dicho: joder, y yo con 13 años leía esto?
Pues se ve que sí…

Después de terminar con la estantería y acabar con un saco de tela lleno de libros, libros de texto, carpetas y libretas, he ido a por los cajones. Ohhh los cajones… la de cosas [inútiles] que se llegan a guardar. Siempre existen cajones de varios tipos en una habitación: cajones que usas a diario y que la mayoría de cosas que hay en ellos son papeles; cajones que usas de vez en cuando, donde guardas todo aquello que hay por tu habitación que estorba a la hora de limpiar; y cajones que no usas nunca, que conservan lo mismo desde el año 2000 y donde están metidas las cosas que nunca encuentras [y que tampoco te molestas en mirar ahí, nunca] o que no quieres que nadie encuentre.

He empezado por éstos últimos y he encontrado de todo: una flauta, un tubo de crema pa las espinillas (?), pintauñas, una radio de ducha (?), rotuladores que dejaron de pintar en el 98, una caja-peine-espejo, un Pikachu de peluche (?), anda, condones! [cosa útil que no quieres que nadie encuentre, y que al cambiar de piso hay que buscarle un nuevo sitio], una funda de móvil, millones de afilalápices, un llavero de Schweppes y pulseras que nunca he puesto y nunca me pondré. La hostia, la de mierda que se llega a almacenar en un cajón [y que ahora descansan en la basura, a excepción del Pikachu y los condones, obviamente]

Pero no todo lo que se encuentra acaba en el fondo del saco de basura. Siempre encontramos cosas que nos devuelven a la infancia, como nuestras primeras notas, nuestros primeros dibujos y, como no, nuestros primeros deberes todavía sin hacer [de aquella ya echaba maneras]. Poco después encuentras algo de tu comienzo en el mundo adolescente, como ese primer curso de instituto, con sus libretas plagadas de corazoncitos con el nombre de tu amor platónico en su interior y que al verlos lo primero que haces es echarte a reír y luego tiras a lo más profundo de la basura junto con tu vergüenza. Y en ese momento encuentras tu viejo diario… dios mío.

Si alguna vez os ha dado por escribir un diario y guardarlo para leerlo años después porque alguien alguna vez os ha dicho: leer tu diario después de muchos años es genial! te ries mucho ^^ , cuando lo encontréis quemadlo directamente, junto con la persona que os ha engañado. Leer un diario que ha pertenecido a tus dos primeros años de adolescencia nunca es divertido, NUNCA. Porque a cada página leída, la vergüenza hacia tu propia persona se incrementa considerablemente, y si consigues leerte todo el diario, acabas por tener ganas de cortarte las venas o, en su defecto, tirarte por la ventana al pensar que una persona que ha sido capaz de escribir semejantes gilipolleces no es digna de vivir en este mundo. Así que… a la basura, no hace falta que paséis por algo así (y creo recordar que al principio de este párrafo dije que no todo acaba en el fondo del saco de basura, pero algo como esto ).

Aunque puestos a hablar de cosas vergonzosas, las fotos viejas son un buen ejemplo. Creo que ni Cachuli en sus años mozos llevaba los pantalones tan subidos [y no sólo me refiero a mí, que no sé qué será peor], pero bueno, en nuestro caso, con el paso de los años, acabamos por saber en dónde deben de ir. Pero dejando de lado ese pequeño apunte, las fotos son, en gran medida, buenos recuerdos. Excursiones, momentos en familia, simples momentos monguis que en su día hacía gracia inmortalizar… en fin, nuestra vida en imágenes.
Y las fotos junto con discos y cartas, han supuesto un punto y seguido en mi “recolecta personal” del día de hoy.

En definitiva, en las mudanzas se tira la mayor parte de las cosas, pero se acaban conservando las cosas importantes, tanto por lo que fueron como por lo que llegarán a ser.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te entiendo, yo tambien ordené mi armario hace poko XD
i tambien encontré los condones ke nos regalaban en las charlas sexuales del insti en tercero de ESO
lo que pasa que caducan el año que viene i aun no los he usao u.u
XDDDDD
bueno
k vaya bien la mudanza^^
bsos