sábado, 23 de agosto de 2008

Sueños

Todo comienza al caer la noche, cuando nuestros párpados se rinden ante el poder de la gravedad. Es entonces cuando nos sumergimos en el interior de nuestra mente, en lo más profundo, y nos convertimos en espectadores de nuestra propia vida. La imaginación vuela sin límites y traduce nuestros deseos, recuerdos y esperanzas, en ínfimas realidades nocturnas.
Sueños... aquellos que, sin proponérselo, son capaces de mejorar nuestro día (y nuestra vida) con una mera sucesión de imágenes.


Y... ¿qué pasa cuándo el miedo entra en juego?
Aliado de nuestra imaginación, convierte nuestras noches en carreras interminables, en una huida incesante a través de un camino irregular, donde la mala suerte se presenta en forma de piedra y nos hace tropezar. Es en ese momento cuando aquello de lo que has huido llega hasta ti, y cada vez más y más cerca, y en el momento en que te atrapa... abres los ojos.
Nuestra mente no es capaz de soportar tanto dolor y despierta. Nuestro cuerpo, que vive lo que nuestra mente proyecta, amanece bañado en sudor, con una fina capa de miedo todavía latente y un corazón suicida a punto de saltar al vacío.


Pero... ¿qué pasaría si no despertaras?




Dulces pesadillas


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