miércoles, 27 de agosto de 2008

Say Goodbye

En cada despedida nos sentimos más vacíos por dentro, perdemos algo que por un tiempo (ya sea largo o corto) ha sido nuestro o ha estado a nuestro lado. Las despedidas significan separarse, distanciarse y esperar, aunque hay despedidas que marcan un adiós definitivo, sin reencuentro.
Decir adiós es doloroso, siempre lo ha sido, y en los momentos previos a pronunciar esa palabra sufrimos más que en el momento de dejarla ir.

La última noche supone el momento en que somos más conscientes que nunca que la hora de separase está a la vuelta de la esquina, a la vuelta del próximo amanecer. Noche de desvelo involuntario, donde cada intento de alcanzar a Morfeo se convierte en un intento fallido. Buscamos cobijo en el sofá, en el sillón, en las incómodas sillas de la cocina, pero ninguna nos brinda una hospitalidad aceptable. Volvemos a nuestra cama, a nuestro colchón, con la esperanza de encontrar la posición adecuada sin despertar a nadie, hasta que acabas por rendirte y te arrastras por el suelo con la intención de acurrucarte en la esquina más cercana, hundir la cabeza entre tus piernas y dejar correr el tiempo.

La habitación se va iluminando con el transcurso de las horas, dejándote ver a lo que pronto tendrás que renunciar. Las lágrimas de una despedida todavía por vivir comienzan a brotar de los lacrimales. En escasos segundos los ojos se ven inundados por nuestro mar interno, donde las olas rompen en los párpados y se precipitan al vacío en forma de pequeñas gotas. Ahora, ante ti, se define claramente lo que ha sido tu vida. Tu vida personificada durante varios días. Tu vida materializada durante varios años.
Da igual el qué y el cuándo, eres consciente de que mañana [o un hoy en sus primeras horas de vida] ya no tendrás aquello que con tanta fuerza habías amarrado. El sentimiento de pérdida y de vacío anticipado se apodera de ti, y un fuerte oleaje invade la calma lograda hasta el momento. Las lágrimas se desprenden con mayor rapidez y de forma incontrolable, dejando sobre tu rostro un cruce de ríos de agua salada, y en tu interior, el primer momento de paz. La calma que llega tras el tormentoso oleaje de sentimientos se expande por todo el cuerpo, hasta dejarlo totalmente exhausto. Es entonces cuando vuelves a tu punto de partida, ese trocito de cama vacía que espera tu calor, y te acurrucas al lado del otro trocito de cama ocupada que espera, sin saberlo, tu regreso.

Despegas lentamente los párpados y vas hacia el reloj, con la esperanza de que todavía quede mucho tiempo hasta que tu despertador dé la voz de alarma. Pero, como siempre, solamente quedan esos cinco minutos eternos antes de que suene, cinco minutos para resistirte, una vez más, a la inmersión en tu particular mar de lágrimas.

Y llega el momento de levantarse, de separarte por última vez de tu cama, con el sentimiento de pérdida yendo en aumento. Sabes que nunca más ese bolso descansará encima de esa mesa. Sabes que nunca más esos cepillos de dientes reposarán en el mismo estante, ni la ropa, ni los vasos, ni las galletas… nada estará en el mismo lugar.Y, lo peor de todo es que sabes que, en el momento de salir, no volverás a cruzar esa puerta.

Da igual que te despidas de una vida que ha durado apenas una semana, como de una vida que ha ocupado 5 años, al final la palabra que se apodera de tu último suspiro es la misma: el más triste y sincero adiós.

1 comentario:

Anónimo dijo...

señorita iriiis!!

bueno como esto es mas serio mi comentario aqui tanbien sera serio xD

solo decirte que me encanta tu blog este k descubri que tenias ayer ¬¬

y en especial como ya sabes esta ultima entrada, PERFECTA!

y como ya sabes ire pasando cada vez que publiques algooo! :)

y lo dicho solo piensa en el reencuentrooo! :D

besooooos!!!