jueves, 18 de septiembre de 2008

Songs

Después de comprender que mi musa se había quedado en sus ojos, intenté encontrar la inspiración en otros lugares. Dicen que la inspiración se mueve a través de los buenos y malos momentos, y yo, ahí, tenía un punto a mi favor. Pero cuando tus sentimientos no están en orden, la inspiración se escapa entre las líneas que dibuja el latido de un corazón que sufre, confundido.

Intentas escribir la primera línea en tu libreta, pero... qué decir?
Un relato sin inspiración no se concluye. En una declaración con dudas, ni se sabe cómo empezar, ni cómo seguir, ni cómo acabar. Y ya no hablemos de intentar transcribir lo que dicta tu corazón, porque ni tú mismo sabes qué está gritando.

Al final te das por vencido, te tiras en tu cama y enciendes el mp3.
Desde la primera nota de la primera canción, dejas de escuchar para comenzar a sentir. De cada verso aflora un sentimiento, que se une al anterior con una pequeña sinalefa emocional, y descubres que es ahí, y en ningún otro lugar, donde se esconde tu inspiración. Esa que es hoy tuya y fue, en un pasado, inspiración de otros.

A veces no somos capaces de expresar con palabras lo que queremos porque, la mayor parte de las veces, lo que creemos que queremos no es, ni por asomo, lo que sentimos en realidad. Entonces llega tu musa en forma de canción para darte aquello que con tanta ansia buscabas. Las palabras, las notas que salieron de otras manos, son hoy el eco de tu voz.
Una canción puede hacerte ver lo que de verdad sientes y quieres, y ahí todas tus creencias no sirven de nada. Porque siempre, las canciones, reflejan quién eres en realidad.














Aunque tú mismo sigas sin saberlo...

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